7.5.05

Pastoral de los obispos vascos

(Nuestros queridos obispos de Euskadi se podian haber ahorrado este tocho de 70 páginas, pues solo me he quedado con estas novedades. Tal vez con más brevedad hubiera entrado mejor en la mollera de las gentes. )

Acabo de leerme las 70 páginas de la Pastoral cuaresmal de los obispos vascos, y de las 70 he seleccionado unos pocos párrafos buscando en éllos sobretodo la originalidad literaria. El resto de las 70 más o menos sigue el modelo repetitivo de los documentos eclesiales de siempre. La gran sorpresa y decepción es que, la Pastoral no lleva ningún comentario político-nacionalista.

(...) La Iglesia está ya inventada, aunque necesitamos creatividad, valentía y paciencia para colaborar con el Espíritu en su renovación. La Iglesia no necesita ser restaurada según el modelo de tiempos recientes ya caducados, aunque habrá de redescubrir y reincorporar valores evangélicos que se han debilitado en ella.(...)

(...)La misma situación de la Iglesia, carente del respaldo de las instituciones civiles y del «viento a favor» del ambiente, nos está ayudando a ser más humildes y menos arrogantes, más transparentes y menos opacos en la información y comunicación.(...)

(...)La reacción espontánea que genera el panorama descrito en muchos creyentes sensibles y motivados, suele consistir en un sentimiento de culpabilidad individual y comunitario. La mediocridad de los cristianos, los escándalos de personas y grupos eclesiales, la visión corta de sus pastores, la falta de valentía para renovaciones de calado serían los principales motivos de nuestra situación actual. Habríamos convertido en rutina la novedad transformadora del mensaje del Señor.(...)

(...)Ciertamente hay tradiciones y tradiciones. No son todas igualmente bienhechoras. Una tradición muy rigurosa puede fácilmente coartar la libertad personal y frenar la creatividad y el progreso. Puede volverse esclerótica y convertirse en un corsé ortopédico para sus miembros. Cuando tal sucede, la adhesión a la tradición se vuelve tradicionalismo. Por eso las tradiciones necesitan ser actualizadas. Pero, en principio, son un saludable sostén de la humanidad.(...)

(...)No es extraño que la crisis de la tradición afecte en su misma médula la vida de la Iglesia. Muchos de nuestros contemporáneos contemplan a la Iglesia como una institución anquilosada y aferrada a su propio pasado que habría congelado el mensaje fresco y renovador del Evangelio. Esta sensibilidad no es ajena a miembros de la misma Iglesia. La reserva cautelosa ante el contenido de la tradición que transmite la Iglesia y la tendencia a sobrevalorar la novedad se alojan también en la vida de bastantes creyentes.(...)

(...)La primera consiste en confundir y suplir «la radicalidad evangélica con el rigorismo». Ambas actitudes son, en realidad muy diferentes. En cierta medida el rigorismo es la caricatura de la radicalidad. El rigorismo procede de caracteres más propensos al deber que al amor y se aloja en personas apegadas a la ley y tendentes a la intolerancia. En la radicalidad evangélica el precepto exterior, al ser asumido desde una profunda vivencia creyente, se convierte en un movimiento espontáneo de nuestra sensibilidad cristiana. Si fuésemos evangélicamente más radicales, no necesitaríamos ser tan rigurosos. El rigorismo disuade; la radicalidad atrae. El rigorismo produce fatiga y desolación interior. La radicalidad genera crecimiento y riqueza interior. Jesús fue radical, no rigorista.(...)

(...)Según teólogos valiosos el que pueda prosperar una u otra alternativa dependerá de que el Espíritu suscite, con nuestra colaboración, una nueva manera histórica de ser cristiano, que encarnando todos sus elementos esenciales, sintonice con ese hombre y mujer diferentes que ha generado nuestra cultura. «Lo que está desapareciendo no es el cristianismo, sino una forma histórica de ser cristianos». Asistir y participar en su alumbramiento será nuestra tarea y nuestra dicha.(...)

(...)Los expertos afirman sólidamente que la Religión va a pervivir en el mundo secularizado en varias formas diferentes. Las antiguas tradiciones religiosas entre ellas el cristianismo seguirán convocando grandes multitudes de fieles. Todo un mundo de «nuevos movimientos religiosos» está mostrando una vitalidad increíble, aunque surcada por muchas ambigüedades y adulteraciones.(...)

(...)La psicología del hombre y la mujer contemporáneos y las especiales circunstancias de la evangelización nos conducen a imprimir a nuestra acción pastoral un fuerte sello de atención a cada una de las personas. Estamos llamados a realizar una «pastoral de artesanía». Hoy menos que nunca pueden tallarse «cristianos en serie». Por supuesto son necesarias las prestaciones pastorales colectivas; pero al menos para un número notable no son suficientes. Los que están en búsqueda, la pareja de novios, los matrimonios, cualquier creyente al que queremos invitar a que asuma un compromiso, requieren atención individualizada. No son tiempos de cosechas abundantes. Hoy «sumamos de uno en uno».(...)

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